martes, 23 de febrero de 2010

APRENSIÓN

Daniel F. Cantor afónico
casi se acerca y le cuento una historia
casi me toca una emoción
casi secuestra su beso en mi boca
casi le toco una canción
casi me siento y la leo despacio
casi le muestro la foto de un gato
casi me diste a guardar un secreto
casi me diste a guardar un refrán
cada vez que yo espero un abrazo, ya no estás


no sé hasta cuándo, pero sé tanto
no sé ni cuándo, pero me espanto, y no estás
y no sé cuándo, pero sé tanto
que yo me espanto


casi se duerme este miedo en la sombra
casi me extraña tu ausencia de hoy
casi golpeo hoy tu retrato
veo paredes que giran a solas
en noches que rozan el frío entre dos
no te encuentro en ningún rincón
cuándo podré arrancarte un momento
cuándo podré arrancarte algo más
creo que al mundo encerró tu silencio, cuándo vendrás

domingo, 7 de febrero de 2010

CONO NORTE, LA PATRIA DE MI LOTE

¿Qué prefieres, las gaviotas o las alondras?
-Prefiero los helados, los domingos por la tarde, con sabor a fresa.

El Cono Norte de la ciudad es la patria de mi lote, de nuestro lote ya formalizado por los magos del Cofopri... El himno de mi patria lo es cualquier canción que se te ocurra mientras sientes el polvo embistiendo los agujeros de tu naríz... Nuestro escudo (con el que nos escudamos de la ciudad) tiene un perro hambriento en lugar de una vicuña, un cactus en vez de un árbol de la quina y, por supuesto, en vez de una rebosante cornucopia, una calamina en forma de cubeta...

Allí me siento más ciudadano que en cualquier sitio. Como todo nos falta y nada nos sobra, y aunque ya me estoy aburriendo, nos vemos compelidos a reunirnos en el local folclórico del AUPA para decidir, de cuando en cuando, una marcha de protesta que consiste en caminar por los ríos de concreto de la ciudad (preparándonos para recibir al cáncer de piel), mientras nos soleamos la cara y somos secundados, sin más, por un contingente de incólumes y verdeoscuros polícías que nos arrean como ganado y nos dictan el sendero... el sendero que, después de la marchitada marcha, nos devolverá a nuestros lotes... a nuestras covachas de piedra, sillar y calaminas que tienen un poquito de felicidad, sobre todo cuando los piojos de los perros se acuestan bien comidos y el agua no nos falta (y podemos preparar una jarra llena de mate).

Si te dan ganas de ser marxista como el Poeta Lunar Infinito, Julio, Rubén o Julio César (del pelaje que sea, no importa), si te dan ganas de ser marxista, digo, pero no puedes por más que lo intentas desde el fondo de tus tripas, te recomiendo algo que no falla o que raramente falla: date una vuelta por los recovecos de este conglomerado de pueblos jóvenes que la geografía ha hecho posible llamar, una vez más, Cono Norte... Verás cómo te dan ganas de hacer la revolución... y todo esto sin conocer a Marx. El riesgo, hay que decirlo, el riesgo es que cuando regreses a tu casa, la combi pasará por la Av. Ejército y a la derecha, irremediablemente, verás la majestuosa tienda de Saga Falabella y, de pronto, sólo pensarás en tí. En ese sanguinolento momento la patria de mi lote habrá muerto por enésima vez...

Todo esto a propósito de la Villa Amapola, la tierra donde el tiempo sobra... y Rita falta... No temas hermanito. No hay que temer hermanito... Siempre terminarán dejándonos... Pero déjame decirte que, justo cuando intenten olvidarnos mientras se empujan un lomo saltado, pensarán en nosotros, en la falta que hacemos cuando de comer se trata...