martes, 19 de abril de 2011

HAY GOLPES EN EL PERÚ TAN FUERTES… ¡YO NO SÉ!

Puedo equivocarme, pero insisto, como ya lo dije, veo inevitable el triunfo de Ollanta en segunda vuelta y, lo que es peor, olfateo al fujimorismo gobernando en el 2016 (con Keiko a la cabeza) ante un resignado y triste país. ¡La razón? El Perú olvida fácilmente, pero no tan rápido. Vamos, no sea incrédulo, los chilenos se echaron al pinochetismo sin Pinochet luego de que pidieran perdón; en cinco años el fujimorismo no se molestará en "pedir perdón". Nunca olvide que en el Perú, como en ningún otro país, no existen los cadáveres políticos.

A la hora de atacar a Keiko, o mejor dicho, al fujimorismo (Martha Chávez y compañía), es inevitable traer a la memoria el “autogolpe” de Estado que el patriarca de los fujimoristas le propinara al Perú cual hijo rebelde y malcriado. Y tan cierto se le figura este hecho al "peruano responsable promedio" que incluso siente algo así como un deber llamar “dictadura” al régimen fujimorista. Los demócratas (o los que así quieren que se les llame), pues, hacen dos cosas para sentirse bien, para sentir que cumplen como ciudadanos, llamar golpe de Estado (o autogolpe, da lo mismo) a lo ocurrido el 5 de abril de 1992 y dictadura a lo que vino después.

Pero ahora veamos el tema desde la otra orilla. No olviden que todo depende del cristal con que se mira. Y para ver esto desde otro lado no me complazco tanto en presentar esto que dijo don Enrique Chirinos Soto en los debates constitucionales, en pleno apogeo del Congreso Constituyente Democrático que “fabricaba” la Constitución de 1993 (usando como plantilla la Constitución de 1979):
He dicho, señor Presidente, como periodista y como observador político, que el Congreso disuelto dio un golpe de Estado de corte parlamentario al desconocer atribuciones del Presidente de la República, tales como la de observar, en todo o en parte, la Ley de Presupuesto o como la de declarar el estado de emergencia o el estado de sitio sin el requisito de la aprobación por el Congreso. Dicho Congreso aprobó una famosa ley de control parlamentario de los actos normativos del Presidente de la República. Dicha ley suponía un golpe de Estado pues, según el diccionario de la Real Academia, golpe de Estado es la usurpación por uno de los poderes públicos de las atribuciones de otro. Por eso, al golpe del 5 de abril lo llamé contragolpe del Poder Ejecutivo.
Las palabras de Chirinos huelen feo, incluso apestan. Los demócratas ven ahí un esfuerzo por negar la realidad, o por lo menos, por maquillarla no sin conchudez. Pero, ¿cuán difícil es no estar de acuerdo con él?

1 comentario:

EL OTRO KELSEN dijo...

Puedo equivocarme, pero, como ya lo dije, veo inevitable el triunfo de Ollanta en segunda vuelta y, lo que es peor, huelo al fujimorismo gobernando en el 2016 (con Keiko a la cabeza) ante un resignado y triste país. ¡La razón? El Perú olvida fácilmente, pero no tan rápido. Vamos, no sea incrédulo, los chilenos se echaron al pinochetismo sin Pinochet luego de que pidieran perdón; en cinco años el fujimorismo no se molestará en "pedir perdón". Nunca olvide que en el Perú, como en ningún otro país, no existen los cadáveres políticos.