jueves, 14 de abril de 2011

¿PARTICIPA HUMALA EN RITUALES SATÁNICOS?

Como ya lo había anunciado (permitan que este bisoño se apoltrone con tan grato acierto), Keiko y Ollanta, Ollanta y Keiko, están en segunda vuelta, irremediablemente. El Perú, para muchos pesimistas, es una desgracia cada vez más desgraciada, pero tiene sus límites. Ah, caray, por supuesto.

La segunda vuelta se la lleva Humala, sudando, pero se la lleva. Ollanta se ganó esa oportunidad perdiendo ante el político que el Perú se juró nunca más tener en Palacio. Y deudas son deudas. Y la izquierda emocional se jugará la vida, por lo menos de aquí a veinte años.

De estas y otras cosas me tocaba escribir, pero no pude. Piensas escribir algunas cosas con mucho esfuerzo, vas pensando cómo armar los argumentos, vas viendo la foto que podría encabezar tu artículo, vas robando algunas ideas, pero de pronto, cual noticia de último minuto, aparece alguien que dice, de manera impecable y muchísimo mejor que tú, lo que querías decir. ¿Qué te queda? ¿Insistir? ¿Buscar otras palabras para decir lo mismo? Caballeros, si alguien ya lo dijo, y no solamente lo dijo, sino que lo dijo bien, como te hubiera gustado decirlo a ti, pues, caballeros, que hable él mientras escuchas tú. Aquí pues este escrito de Milko Lauer, ese cara de Nietzsche gordo que escribe mejor que habla.
Al final serán los argumentos más febles de una derecha recalcitrante y antiliberal los que inclinarán la balanza a favor de Ollanta Humala, alcanzándole el 20% de votos adicionales que precisa para llegar a la presidencia. Nos referimos a la caricatura satánica que aparece en algunos medios y en los corrillos que valoran esas opiniones.
Es de la propia derecha que está saliendo el argumento de que una supuesta falta de sensibilidad social del actual gobierno es la causante de este segundo auge de Humala. Un raciocinio que le pasa la factura a Alan García, pero que de paso descalifica a los críticos de Humala, incluidos por cierto los fujimoristas.
Luego está el espectáculo de varios derrotados en la primera vuelta ofreciéndose para hacer cargamontón contra el ganador, y demostrando así que entre su posición y la del fujimorismo no había otra diferencia que la ambición personal. Con esto perderán una buena parte de las simpatías que acopiaron en la primera vuelta.

Sin duda a muchos la segunda vuelta los coloca entre la espada y la pared. Pero en esos casos siempre son sospechosos quienes se precipitan a formar alianzas, rematando los votos calientitos que recibieron hace no tantas horas. Como si temieran la revelación de que esos votantes tienen algunas ideas propias sobre la segunda vuelta.

De los dos candidatos Humala ya tiene una estrategia de propuestas, alianzas, gestos y compromisos para la segunda vuelta. La idea es un pacto con el centro-derecha liberal, insatisfactorio para todas las partes, pero con capacidad de durar cinco años. Esto es más fácil de imaginar que de llevar a la práctica, pero es un paso en la dirección correcta.

El fujimorismo no parece tener más planes que subir a bordo a todos los asustados por el discurso sobre un Humala satánico. Para lo cual primero hay que asustar bien a toda esa gente. Pero es precisamente lo que no está funcionando, pues Humala ha demostrado hasta aquí asustar mucho menos que el fujimorismo.
Además si el tema es una competencia entre dos museos de los horrores políticos, la frase del politólogo Steven Levitsky es elocuente: “Se puede tener dudas de Humala, pero de Keiko tenemos pruebas”. Que es una de las razones por las que muy probablemente no veremos una confrontación de argumentos de Estado de aquí a junio.

Un ejemplo: sostener que Humala se farreará las reservas del país para ganarse una popularidad que lo perpetúe en el gobierno es más o menos lo mismo que sostener que Vladimiro Montesinos volverá a manejar a la Fuerza Armada como un conjunto de mayordomos. Lo primero no lo sabemos, pero lo segundo ya lo hemos visto.


1 comentario:

EL OTRO KELSEN dijo...

De estas y otras cosas me tocaba escribir, pero no pude. Piensas escribir algunas cosas con mucho esfuerzo, vas pensando cómo armar los argumentos, vas viendo la foto que podría encabezar tu artículo, vas robando algunas ideas, pero de pronto, cual noticia de último minuto, aparece alguien que dice, de manera impecable y muchísimo mejor que tú, lo que querías decir. ¿Qué te queda? ¿Insistir? ¿Buscar otras palabras para decir lo mismo? Caballeros, si alguien ya lo dijo, y no solamente lo dijo, sino que lo dijo bien, como te hubiera gustado decirlo a ti, pues, caballeros, que hable él mientras escuchas tú. Aquí pues este escrito de Milko Lauer, ese cara de Nietzsche gordo que escribe mejor que habla.